Terapia para la toma de decisiones

El proceso de la toma de decisiones

Las personas tomamos decisiones constantemente, sin saberlo.
Cada pequeño paso que damos desde que nos levantamos al empezar el día hasta que nos acostamos al terminar, vamos tomando decisiones, grandes o pequeñas, automáticas o conscientes.
Por ejemplo, ¿a qué hora me levanto hoy? ¿qué ropa me voy a poner? ¿desayuno o me visto primero?, y así un largo etcétera.
Sin embargo, llegan momentos en la vida en las que hay que tomar decisiones más importantes, es decir, decisiones cuyas consecuencias pueden ser importantes para nosotras (incluso aunque en la vida no haya casi nada definitivo).

¿Por qué es difícil tomar decisiones?

Tomar decisiones se puede hacer difícil por varios motivos:

  • Porque las consecuencias de que las cosas no salgan como quisiéramos sean negativas para nuestra vida.
  • Porque a menudo no hay una opción ideal, todas las posibilidades cuentan con “contras”.
  • Porque a veces nos toca elegir la opción “menos mala” y esto da miedo y frustra
    Porque en ocasiones podemos no saber lo que queremos.
  • Porque otras veces queremos muchas cosas diferentes y no conseguimos decantarnos por un solo camino…
  • Porque al ser humano le cuesta mucho moverse en la incertidumbre y tomar decisiones implica una buena dosis de riesgo y descontrol.
  • Porque para tomar una decisión se necesita muchas veces negociar con una misma.
  • Porque si la decisión es compleja, el proceso va más allá de simplemente establecer los “pros” y los “contras”.
  • Porque a menudo sentimos miedo al error y al fracaso y pensamos que si las cosas no nos salen como nos gustaría, esto nos resta valor como personas (nos sobreidentificamos con las decisiones que tomamos).

Herramientas para tomar decisiones

A pesar de que, como acabamos de ver, normalmente es importante ir más allá de un análisis racional de “pros y contras”, puesto que hay que poder escucharse también la parte emocional, esta es una herramienta que puede ayudar:

1) Análisis de pros y contras

Para ello, te invito a coger lápiz y papel y a pensar y dejar por escrito una buena definición del problema al que te enfrentas.
Esta parte, aunque pueda parecer obvia, no siempre lo es: ¿cuál es mi problema?
También puedes añadir la siguiente información: causa del problema y la razón por la que se mantiene en el tiempo; cómo te afecta el problema en la actualidad; cuál sería la evolución del problema si nadie actuara de ningún modo hacia el problema y simplemente se dejase pasar el tiempo.
Después, haz una lluvia de ideas de todas las opciones, soluciones o alternativas que se te ocurran al problema: recuerda que en una lluvia de ideas no hay que escatimar en opciones.
No se trata de dar solo con “ideas sensatas”, sino de dejar volar la imaginación, aunque te encuentres con opciones poco realistas; ya habrá tiempo de filtrar
Ahora sí, una vez ya tienes esta serie de opciones, trata de depurar bajo preguntas como ¿hay alguna opción que de entrada no me parezca nada realista por ejemplo, por ser muy costosa en tiempo, dinero o energía? ¿hay alguna opción que no sea viable? ¿alguna opción que esté claro que tiene demasiados contras y ningún o casi ningún pro?
Elimina esas opciones.
Ahora bien, ya puedes dibujar una tabla de pros y contras por cada opción. Trata de ser exhaustiva y tomarte tu tiempo.
Por último, y sobre todo si las opciones siguen bastante igualadas, puedes darles un valor del 1 al 3 a cada argumento (tanto en contra como a favor): siendo 1 “un argumento que me importa poco” y 3 “un argumento que me pesa mucho”.
Finalmente, puedes contabilizar todos tus argumentos y observar qué opción te conviene más, aunque no sea “perfecta”.

2) Preguntas “fuera de la caja”

Otra herramienta, que se puede utilizar tanto por separado como en combinación con otras, es la de las preguntas imaginativas o “fuera de la caja”.
Consiste en traer a la mente situaciones que no existen para fomentar nuestra creatividad y tratar de conectar con nuestros verdaderos deseos o necesidades.
Por ejemplo ¿qué haría si el dinero no fuera un problema?
¿qué haría si el tiempo no fuera un problema?
¿qué haría si me diera radicalmente igual lo que puedan pensar otras personas?

3) Preguntas clarificadoras

Otro tipo de preguntas son aquellas que nos ayudan a aclararnos, pero sin necesidad de imaginar que las cosas son de otro modo.
Por ejemplo ¿si tomo esta decisión, cómo creo que me sentiré en 10 segundos? ¿y en 10 minutos? ¿y en 10 horas? ¿y en 10 días? ¿y en 10 meses? ¿y en 10 años?

4) Identifica tus valores

A la hora de tomar una decisión es importante tener claros tus valores.
Esto son, qué cosas son importantes para ti, lo cual es muy personal.
Pueden ayudarte mucho a la hora de elegir en qué lugar vivir en el medio plazo, por ejemplo.
¿valoras la tranquilidad y la conexión con la naturaleza?
En ese caso es muy probable que elegir vivir en mitad del caos de una gran ciudad sin parques ni jardines alrededor no te haga feliz.
¿valoras mucho la familia? Seguramente querrás vivir cerca de ésta.
Por supuesto, no todo depende de tus valores, pero son una buena guía para empezar.

La clave para ganar claridad

La clave para ganar claridad a la hora de tomar decisiones finalmente es esta: escucharte mucho a ti misma.
No es fácil, pues algunas mujeres estamos muy acostumbradas a querer agradar y tendemos a desatender nuestras propias preferencias o necesidades, pero te aseguro que es un proceso de aprendizaje que puede llegar a ser muy bonito.
Sé que puede sonar a tópico, pero es la base: conocerte, escucharte, para saber qué necesitas.
Este consejo es especialmente importante cuando se trata de elegir un cambio de vida, de trabajo, de residencia, etc.

Terapia para tomar decisiones

En ocasiones, necesitamos centrar la terapia en la toma de decisiones puesto que atravesamos un momento de crisis vital o personal.
Si todavía no tienes muy claro por dónde empezar, puedes contactar conmigo y valoraré tu caso concreto de forma gratuita: